Desde hace varios meses hemos experimentado esta fecha como crucial en el proceso de la transformación de la tierra. Se nos incitaba a estudiar un poco más profundamente esta indicación venida de arriba. Ahí tienes el resultado.
Una síntesis numerológica
(31.07.2000-17 o letra hebrea Shin: 21 = 3) de esta fecha de distintas fuentes
(théosophie, Kabala, chroniques d' Arcturus…) nos devuelve hacia la
ORGANIZACIÓN Y ARMONIZACIÓN del ORDEN CÓSMICO POR UNA SEÑAL (flecha) de
concentración de la energía cósmica. Esta señal se dirigiría hacia una apertura
en nuestro medio ambiente cósmico para reunir de nuevo materia y espíritu. Sería
el principio de la iniciación espiritual colectiva de la Gran Transición de la humanidad sobre el camino de la
solidaridad fraternal hacia un mundo y un cielo nuevo. Es el resultado de un
proceso que debe revelar que las condiciones se realizan por fin para que la
tierra pueda decisivamente entrar en el nuevo acuerdo del sistema solar con la
evolución de nuestro universo local. Entramos pues en un proceso hacia una
realidad de vida más perfecta basada en el principio de la inmortalidad.
Se trata del inicio materialmente
más visible del proceso del salto cuántico de la tierra, su vida y su medio
ambiente en el nuevo acuerdo del momento presente del universo en evolución. Es
un proceso que reúne los elementos (espacio, tiempo, fuerza) que eran separados
en la segunda parte del ciclo pléiadien actual desde la última glaciación hace alrededor
de 12000 años. Hizo crecer lo que era demasiado pequeño y disminuir o
rectificar lo que era demasiado importante o demasiado grande. Eso condujo al
proceso del despertar de la conciencia individual en competencia con el
despertar de una nueva conciencia colectiva. El rebasamiento de esta división,
que se ha convertido en crítico, pide un salto más allá, hacia una nueva
conciencia de unión. Esto implica a la vez una forma de muerte y resurrección a
varios niveles.
El plan de la evolución
de la vida en el universo prevea siempre las condiciones óptimas en nuestro
ambiente cósmico para que la vida pueda adaptarse. El universo contiene
nuestras fuentes de vida y especialmente mediante el sol y su reflejo, la luna.
Y es precisamente la luna, con sus fases, que es la fuente del desequilibrio de
nuestra sensibilidad correcta entre materia y espíritu. El cielo nos mostrara pues
progresivamente el modelo o sentido del nuevo acuerdo, entre otras cosas, a
través de la transformación y la sublimación expansiva de la luna.
Hicimos un estudio de
nuestro sistema solar proyectándolo en nuestra galaxia según la elaboración de
una nueva “astrologonomia”, que tiende a unir más correctamente astrología y
astronomía. Hicimos una comparación de las posiciones aparentes geocéntricas y
reales heliocéntricas de los planetas. Parece mostrarnos para el 31 de julio de
2017 un acuerdo perfecto de coincidencias astrológico-astronómico. Eso no puede
ser el fruto de casualidad, sino el efecto de un plan de una realidad súper-inteligente,
como la propia creación del universo. Es gracias al hecho de que dejamos una
apertura al sentido espiritual de nuestras investigaciones, a veces
científicas, a veces trans-científico, que este momento nos parece ser
revelando como crucial y decisivo.
Digamos simplemente que
se forma una clase de cruz cósmica a la cual la posición heliocéntrica de la
Tierra y la posición geocéntrica y heliocéntrica de Venus se ajustarían. Esto
tendría como efecto una armonización entre la Tierra (aspecto material) y su doble
etérico Venus (aspecto espiritual) que desde el punto de vista heliocéntrico se
encuentra en el cono de fotones de las Pléyades. Esto retiraría el carácter
conflictual de su función de armonización de la Tierra para sustituirlo por la
energía del movimiento de armonización hacia el reconocimiento, yendo de las
energías de Tauro (posición heliocéntrica) hacia las energías de Géminis
(posición heliocéntrica). Verticalmente
tenemos a Urano en el fuego de Aries, principio de iluminación por la
inteligencia activa del plan del universo, que mediante el sol junta a Júpiter,
el director del equilibrio de las energías del sistema solar en Balanza. Hay
bien otras coincidencias.
La fecha del 31 de julio
nos fue inspirado por la fiesta de Santo Ignacio de Loyola, fundador de la
Compañía de Jesús, cuyos era elevo. Las palabras “Ignacio” y “compañía”
devuelven en el sentido del fuego o luz cósmica. Esta fecha nos devuelve hacia
un proceso de un año con un salto en el tiempo cósmico (el agua de las fuentes
de vida de acuario, que contiene los códigos del orden de Melchisedech) que
transforma las condiciones tridimensionales de la materia, de la luz y del
aire. Observamos que esta fecha es a 6 días del principio de la luna llena del
6 de agosto, día de la transfiguración. Se puede pues esperarse por lo tanto
señales interiores y exteriores, relativos a la nueva luz proyectada por la
energía cósmica hacia la tierra.
Ahí tenéis la mapa
astrologonomica para el 31 de julio de 2017. Las líneas blancas en punteado muestran las
coincidencias entre planetas y distintos puntos importantes en el cielo.